viernes, 21 de septiembre de 2007

Me gusta particularmente leer por las noches, en ese momento en que te encuentras tan cerca del sueño. Y en ese instante eres cincuenta por ciento novela, todos tus pies son María, las piernas parte Allende, parte Juan Pablo, todo tu estómago cuchillo y asesinato. Y ese sentimiento no se relaja ni en el entreacto del pitillo ni del servicio, llenas de fantasmas cada habitación de la casa. Y entonces llega el sueño, y un capítulo largo te da fuerzas para cerrar el libro y dejarlo estar por el momento; pero seguir siendo María, Juan Pablo, hacienda en la Pampa mientras te disuelves rápido en la noche y esperas que la lenta higiene de las horas vuelva a arrojar a Jorge Équis con sus cosas, sus cuentas sin pagar, sus escrúpulos, sus resentimientos, sus ganas de volver a empezar nuevamente a ser Maria, Juan Pablo, hacienda y, por qué no reconocerlo a estas alturas, sus ganas de ser cuchillo. Sobre todo eso.

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