lunes, 22 de octubre de 2007

Eva y la dulzura de sus manos, la tensa piel del interior de sus muslos. Eva y la expresión de sus ojos indecisos, la carnosidad de sus labios rosados. Eva y su cabello desplomándose sobre un cuello monumental, columna arcaica. Eva y sus supinadores largos, sus deltoides y soleos. Eva y su sistema límbico. Eva y sus entrañas. Eva y su doble circulación sanguínea. Eva, su sistema linfático y sus humores varios. Eva y el lento exhalar de su aliento, que comienza debajo de sus costillas moviéndose al compás de una música secreta y antigua. Eva y su aparato digestivo. Eva y su sudor, que se abre paso pos sus poros. Eva y la doble estructura especular de sus pies que se separan, de sus rodillas que se separan. Eva y sus cuerpos cavernosos, sus bulbos vestibulares…

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